Cizaña
Ensimismado en sus pensamientos, el hombre no se dio cuenta que se metía entre los matorrales.
O tal vez si lo notó, pero poca importancia le dio. Fue hasta después, cuando vio su pantalón lleno de hierba, hojas pegadas como lapas a su ropa, que se preocupó.
Una a una pensó quitarlas, pero no pudo. Las briznas se pegaban y adherían compenetrándose con la tela, hasta darle un color verde.
El hombre la comparó con la cizaña que alguien intentaba meter en su vida: Igual había permitido que las insidias, las calumnias, los chismes, afectaran su vida.
Se habían pegado a su vida y su pensamiento como la cizaña a sus pantalones.
Ya era imposible quitarla. No podía.
Entonces llegó a casa, se cambió de pantalón, y volvió a verse limpio.
El hombre comprendió de pronto que todo era tan fácil como cambiarse de ropa. Dejar aquella que tenia la cizaña, y vestir algo nuevo.
Igual su pensamiento cambió. Dejo todo de lado, y volvió a ser feliz.
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