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Crónicas de la Nada

La Abuela

La Abuela

No hay sábado sin sol ni domingo sin borracho, decía la Abuela.

Igual decía muchas cosas. Todas ciertas, según fui entendiendo con el  tiempo.

En sus frases traía la sabiduría que dan los años, no la escuela. Nunca fue a las aulas. En sus tiempos la vida era de trabajo, y la única escuela que podían tener era la de la vida.

Por eso la Abuela no sabía leer ni escribir. No conocía ni la o por lo redonda, decía siempre.

Para ser sabio uno no requiere escuela. Sólo vivir. La Abuela vivió muchos años, más de cien. Y muchos sufrimientos y dificultades. Pero sola pudo sacar adelante a sus hijos, y los hizo hombres de bien.

Tanto la respetaban, aún cuando era una ancianita de apenas un poco más de un metro de estatura, que el tío Poncho alguna vez casi se come el cigarro cuando la Abuela apareció de pronto junto a él mientras fumaba en la calle.

Era sabia la abuela, ahora lo comprendo. Por su vida y por la sabiduría que heredó de sus antepasados, que le fueron transmitiendo miles de conocimientos que parecían insignificantes. Desde trabajar duro para vivir, hasta conocer que la neblina en las mañanas no trae lluvia, sino sol.

Muchos años vivió. Sufrió guerra, hambre, viudez, pobreza. Pero sobrevivió para ver a sus tataranietos crecer.

Y enseñarnos que la sabiduría llega con la vida, pero vale escuchar a los viejos, para aprenderla mejor

Enero 31 de 2010

 

 

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