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Crónicas de la Nada

Ilogicidades

Ilogicidades

Hay cosas que no comprendo en este mundo donde me toco vivir.

No se trata de misterios como la vida o la muerte, ni los enigmas divinos,

No, eso existe y es.

Lo que no comprendo es la ilógica con que veces me topo.

Pienso en ello mientras entro a la sala de urgencias de una clínica.

He estado muchas veces en esos lugares, a veces para ver por un instante de contrabando a alguien querido, o para darle ánimos en ese trance siempre angustiante de llegar con un mal desconocido a un hospital, sintiendo que la muerte nos sigue los pasos con una sonrisa de compasión.

Otras ha sido para robar historias que plasmar luego en el papel.

Igual, una y otras veces, hay que entrar sin que se note, casi invisible. No es fácil cuando tienes el cuerpo de un luchador en conserva, pero con cierta práctica se logra.

Esta vez entró con autorización, pero solo. En la entrada, me detiene un guardia, y con voz golpeada me pregunta a dónde voy.

Ese tono deben enseñárselos en alguna academia, porque todos los guardias hablan igual. Como que es manejo de voz, porque a la gente común le hablan con mucha autoridad –aunque no la tengan- y a los jefes, con una voz casi susurrante.

Lo que no sabe este, que estoy curado de susto, pero eso no debe hacer perder la amabilidad. Aquí no hay pleito que buscar.

Se me para enfrente, y me obliga a bajar exageradamente la vista, para encontrar su mirada. Desde arriba, se ve gracioso con su uniforme muy limpio y planchado, el pelo crespo domado a base de  kilos de gel, y una voluntad que rebasa su metro y medio de estatura.

He ahí lo ilógico de la cosas de este mundo. ¿Cómo piensan que este hombre miniatura podría controlar a tipos violentos que podrían doblarle en peso? ¿Será acaso Bruce Lee resucitado en versión mexicana?

No lo averigüe. Por esta vez, ganó la cordura.

 

 

Enero 23 de 2010

 

 

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