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Crónicas de la Nada

Latosa

Latosa

A cada rato pasa por enfrente de mi.

La veo que corre a toda la velocidad posible, y hasta me figuro que ella ve cortarse el aire a su paso.

Es algo molesto sentir que pasa frente a ti, que su recorrido atrae la atención de nuestros interlocutores, y notar su indiferencia ante nuestro reclamo.

A cada rato pasa. Anda corriendo de un lado a otro de la casa, sin parar un instante. Bueno, a veces se detiene, me mira con sorna y reinicia su recorrido.

Tiene toda la tranquilidad del mundo para actuar y para enfrentar a quien busque molestarla. No siempre hace caso. A veces se envuelve en su caparazón y no acepta razones, ni amistades, ni palabras de aliento o de reprobación.

Pero nunca se duerme en sus laureles. Al contrario, es el ser más perseverante que conozco. Nada lo detiene, ni el tiempo, ni la prisa, ni los reclamos de los demás, ni el peso que pueda traer encima.

Por eso ni se inmuta cuando cruza la habitación a cada rato.

A veces me paro de mi asiento y le reclamo si no podrá estarse quieta.

Nada me dice, pero si las tortugas sonriera, seguro que ésta lo haría.

Octubre 7 de 2009

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