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Crónicas de la Nada

El Hombre

El Hombre

Frente a una escenografía donde apenas es perceptible, el hombre espera, pacientemente, a que un pez muerda su anzuelo.

Frente a él, el mar azul, hermoso, de Caribe. Tras él, una ciudad que alguna vez fue majestuosa, pero que hoy, entre el descuido, la carencia y la política, se sostiene a punta de dignidad.

El hombre está absorto en su espera. Quizá de eso dependa que su mesa tenga el pan de cada día. Quizá en casa hay hambre y el sacrificio de ese pez será la salvación de una familia.

El Mar lo contempla, con misericordia. Es apenas un punto frente a su inmensidad. La Ciudad lo ve con nostalgia. Es apenas un instante frente a su historia.

El hombre no sabe eso. No lo piensa. Su mente está concentrada en el tirón de la cuerda que le dirá que habrá comida en casa.

No es tan viejo como el pescador de Hemingway, pero muestra la misma perseverancia. Ya no es el infante azaroso y lleno de una visión de asombro al que Cabrera Infante descubrió en ese mismo lugar.

Es un hombre como tantos que hay, preocupado más por la supervivencia que por la poesía y la hidalguía. Nada se da, si antes no hay un estómago satisfecho.

Pero la foto tiene poesía. Porque frente a la grandeza del mar, y la majestuosidad de una ciudad que fue considerada la Perla del Caribe, con orgullo y perseverancia, el hombre logra colarse a su misma altura.

 

Enero 18 de 2010

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