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Crónicas de la Nada

La Navidad de Adán y Eva

La Navidad de Adán y Eva

Adán y Eva vivían una vida monótona, donde todo era igual  el sol aparecía por las mañanas, subía a lo alto del cielo, y luego desaparecía.

Había que levantarse, trabajar cada uno en lo suyo, y por las tardes, sentarse a ver el sol, cómo desaparecía a veces tras una montaña a veces tras otro.

Pero los días eran similares, y eso aburría a Adán y Eva. Se dieron cuenta que les faltaba ilusiones en la vida, y que sus hijos tendrían el mismo mal.

Elevaron su voz a Dios, que siempre estaba pendiente de ellos. Le dijeron que estaban tristes, porque no había nada bueno que esperar, que su pecado no era tan grande como para que les diera un castigo tan duro.

Podían comprender y soportar el exilio, el trabajo, las tribulaciones. Pero no la falta de ilusión, de esperanza en un mundo mejor. Eso era lo que los mataba y consideraban el peor castigo.

Dios los escuchó  sonrió. Sus hijos mejoraban, ya pensaban por si mismos.

Entonces, sabio como siempre, les dijo:

-          Quieren ilusiones, una época donde todos son buenos, donde hay esperanza de vivir mejor, donde llegarán regalos. Les voy a mandar un día a mi hijo, que será el mejor regalo, porque llevará con Él, esperanza, fe, salvación, amor, una buena nueva.

Adán y Eva se miraron, esperanzados. Y prometieron hacer una gran fiesta cuando él volviera, y luego, cada año, para conmemorarlo, y enseñar a sus hijos a seguir esa tradición.

Así nació la Navidad y sus fiestas.

Lo que olvidaron Adán y Eva fue explicarles a sus hijos el verdadero significado de la Navidad. Por eso ahora la celebramos, y resulta ser que el personaje principal es cualquiera, menos el Hijo de Dios.

Diciembre 27 de 2009

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