El hombre perfecto
Adán fue el hombre perfecto.
Las hijas de Eva, que también son hijas de Adán, lo añoran como el mejor de su especie.
Con el tiempo, los hijos de Adán perdieron valor. Se hicieron cada vez más innecesarios, porque las mujer se hizo independiente, aprendió que podía mantenerse por sí sola, y mejor de lo que lo hacían ellos.
Aprendió a disfrutar la vida, a desinhibirse en el sexo, e incluso ser autosuficiente en esto.
Si acaso, lo requería para perpetuar la especie, pero con la tecnología, ni para eso era necesario. No requiere conocerlo, porque bajo pedido puede pedir unos cuantos millones de espermatozoides para garantizar un embarazo feliz. Sin necesidad de saber quién es el hijo de Adán que proveyó la semilla.
Si todos fueran como Adán, la mujer sería feliz. Adán nunca fue infiel, nunca miró con deseo a otra mujer mientras vivió Eva. Y después, ya se le había olvidado.
No se perdía los fines de semana, ni se embriagaba, ni se iba con sus amigotes. Tampoco se perdía en el fútbol.
Su vida era trabajar, agradar a Dios y a su mujer.
Vivía para lo que Eva deseaba.
El hombre perfecto, según las hijas de Eva. Por eso era el paraíso.
El hombre más aburrido del mundo, según los hijos de Adán.
Noviembre 29 de 2009
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