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Crónicas de la Nada

Otros tiempos

Otros tiempos

Cuando era niño, don Panchito tenía su caballo.

No era muy fino, ni valía mucho, ni era último modelo, pero era muy útil. Más en el pueblo, donde mas valía un buen burro que un buen carro.

A veces, cuando los recuerdos le ganan, cuenta que para ir a Galeana tenían que viajar todo el día a caballo, y luego dormir allá y volver al día siguiente.

Era un niño, pero en esos tiempos los hombres se hacían muy pronto.

Un viaje que hoy tarda veinte minutos, entonces tardaba un día.

En sus ochenta años, don Panchito vio avanzar el mundo a una velocidad que nadie, ni Julio Verne, imaginó jamás.

Pasó del caballo a los autos con 400 caballos de fuerza, de la carreta al Challenger que va y viene al espacio. Vio al cartero en su bicicleta, y hoy sólo ve como su nieta más joven intenta entrar, a su año y medio de vida, en la supercarretera de la información.

Su otra nieta, la mayor, en sus 19 años de vida ha leído mas información de la que él jamás vio en toda su vida.

El mundo cambio, no una, sino muchas veces en estas ocho décadas.

Don Panchito no pudo cambiar tan rápido, por más que quiso.

La tecnología fue una vorágine durante toda su vida. Vio el cine mudo y la televisión en los teléfonos celulares. Cambió herraduras y manejó autos que devoraban kilómetro en minutos. Tardaba un día para ir a Galeana, y llegó a cruzar el mundo en unas horas.

No es mal balance.

 


Noviembre 14 de 2009

 

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