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Crónicas de la Nada

Culpas compartidas

Culpas compartidas

Con las manos al volante, volteó a su derecha para ver el panorama atrás de su auto. No había nada, sólo una cuenca vacía en el lugar donde debería haber un espejo.

Alguien se lo había llevado. Robado.

Impotente, ante la injusticia, fue y enfrentó al guardia encargado de cuidar el lugar donde había dejado el coche.

De nada sirvio. El hombre puso cara de idiota y se limitó a preguntar: ¿Se lo robaron?

O sea, de nada sirvió.

No es cualquier cosa el espejo de un coche. Es algo que sale del presupuesto cuando uno apenas gana para ir saliendo cada día.

Cuando cada comodidad se vuelve un lujo, porque hay que trabajar mucho para ganarla.

Habrá que esperar el fin de quincena para comprar el espejo. Y quizá hasta dos quincenas.

Todo por culpa de alguien que en vez de esforzarse y trabajar para tener, prefiere robar y aprovecharse de los demás.

Todo por culpa de alguien que quizá lo vio, y prefirio no meterse en problemas.

Todo por culpa de alguien indolente a quien no le preocupó hacer bien su trabajo de cuidar.

Como ven, todos tenemos algo de culpa.

 Noviembre 9 de 2009

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