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Crónicas de la Nada

La basura

La basura

Por Francisco Zúñiga Esquivel

Todos los días, por la mañana, al bote de basura aparece lleno.

Las cáscaras de plátano, los botes de leche vacíos, envoltura de un sinfín de cosas, las bagazos del café, papeles al por mayor, algún aparato que dejo de funcionar.

Rebozan la bolsa negra que cubre el interior, y amenazan salir para invadir la zona limpia de la cocina. Quisieran pero les frustrarán su intención con un buen nudo en la punta de la bolsa. Si no cabe, vendrá otra, pero todos se van juntos en el camión de la basura.

Nada se queda. Y pocas veces se va algo en buenas condiciones. Hay días en que algún alimento se queda en el refrigerador, y al paso de los días pierde su sabor, su aspecto de tentación y su frescura,  y termina en el mismo bote junto a la lata de elotes vacía.

Se desperdicia su talento.

Otras veces lleva algún dulce que a nadie le gustó. Permaneció por ahí, rodando de compartimiento en compartimiento del refrigerador, buscando un comensal que nunca llega. Al fin, todos se dan cuenta que nadie lo quiere, y lo condenan al cesto de basura.

Todos los días se llena el bote, aunque tenga buen tamaño. Y todos los días se va, nunca se guarda para el otro. Sólo así permanece limpia la casa.

Lo curioso es que no se necesita limpiar a conciencia para llenar el bote de la basura. Es simplemente lo que desechamos todos los días. Lo que ya no sirve, lo que pierde su utilidad, lo que no nos conviene.

Ojalá así pudieras hacer con nuestros sentimientos y nuestros rencores. Tirar todos los días lo que no necesitamos o lo que nos hace daño. Mantener limpio el espíritu de malos pensamientos, de odios sin razón, de cargas pasionales sin sentido. Mandar al bote de la basura todas nuestras iniquidades.

Seríamos más limpios, sin duda. Y más felices.

 

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