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Crónicas de la Nada

Quien fuera niño

Quien fuera niño

Quien fuera niño, dicen algunos.

Vives despreocupado, sin prisas, sin compromisos.

El reto mayor será subir a un árbol, y los peores miedos están concentrados en el perro de la esquina.

Lo único que ansías es que llegue el viernes para abandonar la escuela, y si tienes menos de cinco años, ni eso.

Esperas ilusionado la Navidad, sin saber que son muy pocas las que vivirás con ese espíritu, y disfrutas las vacaciones largas como si fueran eternas.

Y puedes jugar a todo lo que tu imaginación te permita. Eso es lo más hermoso, que la vida es juego desde que te levantas hasta que cierras los ojos por las noches.

Cuando crecemos eso se pierde, y quien lo conserva, recibe miradas de reprobación del mundo de los adultos.

Hay que esperar los fines de semana para volver a ser niños sin que los demás lo noten mucho. Ese día podemos andar en pantalón corto, a lo mejor sin bañar, ir a jugar fútbol,  salir en bicicleta. Hacer lo que antes hacíamos todos los días.

Vivimos unas horas como niños, porque generalmente llega un punto del día en que el adulto somnoliento que traemos dentro se despierta y nos exige.

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