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Crónicas de la Nada

Serpiente de fuego

Serpiente de fuego

Desde el cielo, las cosas tienen otra perspectiva.

No se si al llegar al otro cielo, las cosas tengan igual otro significado o la percepción cambie.

Pero desde el único cielo que conozco, las cosa son distintas. Sobrevuelo la ciudad a bordo de un helicóptero. No es la primera vez que veo la ciudad desde el aire, pero nunca la había visto de noche desde tan poca altura.

Cuando uno llega de otros lugares, desde el avión la ciudad saluda con infinidad de luces, pero todo es tan rápido que ni tiempo da de identificar cada lugar.

Ahora no. Desde un helicóptero da tiempo de ver como las sombras van llenando la ciudad. Esta responde con agresividad a la noche. Enciende mil luces, de manera gradual, y los edificios desaparecen para convertirse en meros puntos de luz.

Miles de coches circulan por las avenidas. Desde el suelo, sólo se ven autos, desde el cielo, en cambio, se miran puntos de luces rojas, que van formando una enorme serpiente de fuego.

A lo largo de muchos kilómetros, la sierpe se transforma, se agita, se mueve, abre sus fauces y se va tragando la oscuridad,

Se pierde en lontananza, y no se si huye de nosotros, o está enfrentándonos.

Durante el resto del vuelo, las mil escamas rojas de la serpiente van cambiando y se renueva a cada instante.

Cada noche, esa misma serpiente nace, se renueva y luego muere, tragada por las horas. No la vemos, pero eso no significa que no exista.

Ya la conozco, la he visto desde el cielo. Es hermosa.

Ahora, cada noche, cuando circule en auto por esas mismas avenidas, pensaré en ella, y aprenderé a buscarla, a quererla, porque sé que seré parte de ella.

Una simple escama de luz.

 

Octubre  3 de 2009

 

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