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Crónicas de la Nada

La belleza de Eva

La belleza de Eva

Mucho tiempo pasaba Eva Pérez embelleciéndose.

Podría pasarse horas en el espejo, no por vanidad, sino buscando la mínima falla en su atuendo, en su persona.

Miraba una y otra vez su rostro. Le disgustaba encontrar cualquier línea presagio de una arruga, y estiraba con los dedos la piel hacia los lados, buscando infructuosamente desaparecerla.

En su cabello ponía una flor, la quitaba y colocaba otra, y así hasta el infinito. Generalmente terminaba poniéndose la primera.

A Eva le gustaba se bella. Que todo fuera perfección en su persona. E inventaba mil adornos con lo que hallaba en Paraíso. Una flor, un hoja de diseño caprichoso. Un bambú delicado.

Natura era pródiga con ella. Le daba mil opciones, y ella las ampliaba con su imaginación, que era más pródiga aún.

Adán no la entendía. Le gustaba su mujer tal como era. Lo demás era innecesario. Es más, pensaba a veces, era más bella entre menos cosas tenía encima.

Para Eva, eso era un sacrilegio. Debía verse bella, aunque no hubiera nadie alrededor más que Adán. Era su naturaleza de mujer.

Adán siempre pensó que todo ese trabajo era para verse bella frente a él.

Eva sabía que todo ese trabajo, era para verse bella, ante ella.

Septiembre 27 de 2009

 

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