El novio
El novio Esta vez nadie cargó al novio, para llevarlo en procesión por las mesas. Eran muchos kilos, o quizá los primos y amigos ya no se sintieron con la fuerza para a tentar a la suerte. Pero si a ellos les faltaban ánimos, a los hijos del novio les sobraban. Tampoco lo cargaron, claro, pero le hicieron una ronda y le llevaron mariachis. Estaban felices, por él, que durante 15 años, fue padre y madre para ellos. La vida no fue amable ni con el ni con ellos. La madre, muy joven aún, tuvo que responder al Llamado Divino. Fue entonces que el padre asumió los dos papeles. Cuatro varones y una niña, aun de pañales. Trabajó muchas noches para poder estar en la mañana en casa y prepararles el almuerzo, la comida y la cena. Estuvo con ellos en su primer día de escuela, en las fiestas escolares. Lidió solo con la adolescencia de los cinco, y cambió todo por atender a sus hijos. Nunca pensó en que les hacía falta una madre. Tenían una en el cielo, y en la tierra estaba él. El tiempo se fue llevando los años y lo convirtió en abuelo. Y la vida, que todo paga, le devolvió el favor. Ahí mismo, a la puerta de la casa, se topó con otra mirada que se acopló perfectamente con la suya. Se sintió más joven, aunque no se le acabaron ni las canas ni la panza. Su sonrisa, siempre amplia, se volvió diferente. Una nueva luz iluminaba todo. Esta vez la boda no fue grande. Apenas unos amigos, unos familiares -los que nunca nos perdemos una- y mucha felicidad. También más kilos. Por eso no lo cargamos. Septiembre 14 de 2009
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