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Crónicas de la Nada

El dinero

Su voz se quebró, pero se adivinó un cierto orgullo.

Pedía perdón al hijo, porque le dio más billetes que caricias.

Todo le proveyó. Juguetes, ropa cara, bicicletas, cuarto privado, aparatos electrónicos a por mayor, los juegos de moda.

Y dinero. Bastaba estirar la mano y el niño tenía dinero.

Todo eso pensaba el hombre, mientras lloraba al ver a su hijo.

La vida es triste. La vida es implacable. La vida es cruel.

El joven tomó su nuevo camino. Tanto tuvo, y ahora nada tendría.

Le hubiera gustado tener más tiempo junto a su padre, ir a tomar una cerveza juntos, como amigos, ver el fútbol, ir al cine, platicar de todo y nada.

Pero él nunca estuvo ahí. Estaba ocupado haciendo dinero.

El hombre reconoció:

-         Pero te di todo. Ese fue mi error.

Y en el “pero”, se notó que el orgullo mató al arrepentimiento.

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