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Crónicas de la Nada

Los grumos del chocolate

Los grumos del chocolate

De niño siempre me preguntaba por qué el chocolate instantáneo no se disolvía totalmente en la leche.

De grande, sigo tomando chocolate en polvo con la leche, y me sigo haciendo la misma pregunta.

Interrogantes que no se satisfacen, y que van rodando con uno por la vida, siempre apareciendo en las mañanas, cuando se inicia el día.

Cuando me vuelvo a hacer la misma pregunta, mientras bató sin cesar la leche con la cuchara, empiezo a comprender a Sócrates, el filósofo.

Cierto, la única conclusión que alcanzamos cuando buscamos la sabiduría, es que hay tantas cosas por aprender, que no nos bastarían mil vidas para aprenderlo. Por algo dicen que el Diablo sabe más por viejo, que por diablo.

Me haré viejo, pero no tanto como el Diablo, y mezclaré cientos de veces el chocolate instantáneo en la leche, y cientos de veces me preguntaré el porqué se forman los grumos.

Pero igual me deleitaré porque al final, cuando la respuesta no llega, engulló ese polvo amontonado que flota sobre el lácteo, y por un instante, vuelvo a ser niño, cuando las respuestas no importaba, sólo el momento.

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