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Crónicas de la Nada

Apariencia y prejuicio


El tío César era un hombre próspero.

 

En realidad no tuve parentezco sanguíneo con él, pero donde amistad, porque siempre que había oportunidad convivía con nosotros, más jóvenes aún, con toda la naturalidad del mundo, de igual a igual, pese a que, hombre trabajador e inteligente, hizo fortuna allá por el sur del Estado.

 

Cualquiera que lo viera lo que menos imaginaba es que era el segundo hombre más rico de aquella región Modesto y nada ostentoso, lo único que lo delataba era la seguridad en sí mismo que demostraba.

 

 Alguna ocasión el tío César necesitaba comprar un camión y se puso a buscarlo por todo el estado Así supo que por el rumbo de Allende un señor de apellido Cantú tenía un vehículo como el que ocupaba y se fue a verlo, acompañado del sobrino, por supuesto, quién es el que nos contó la historia.

 

Este señor Cantú era dueño de muchos camiones, famoso por toda la zona citrícola, aunque tampoco era del tipo qué presumiera sus bienes. 

 

Cuando el tío Césarllegó a buscarlo no estaba en casa. Anda por el rumbo de la presa, si quiere vaya a buscarlo, le dijeron.

Dispuestosa a hacer negocio los compradores lograron encontrarlo.  Cantú estaba comiendo con un montón de amigos pero cuando llegó el tío César y su sobrino se paró para atenderlos. Cuando supo que querían, vio al tío César de arriba abajo. 

 

- Sí tengo el camión, pero tienes dinero para pagarlo.Dudo al ver que la indumentaria carecía de todo lujo.

 

Sí se pone el precio a modo, claro que sí.

 

-Dame 500 mil.No

No era mal precio, diría el tío César después.-

  -Mire, amigo, aquí está mucha gente, nomás no se me vaya a rajar. Deme una hora y vengo.


Cantú seguramente pensó que un tipo tan sencillamente vestido en su vida había visto junto esa cantidad.


Media hora después, el tío César regreso con el dinero y se lo puso en la mano.

 

- Pérate, si ese camión no vale eso. De mínimo vale 700 mil.

 

- Usted le puso precio- le dijo el tío César.t

 

Con tanto testigo, no pudo más que aguantar la pérdida, fue por los papeles y entregó el camión.

 

Ya cuandose iban, no aguanto la duda.

 

Oiga, Amigo, y cómo se llama usted.

 

- César Bernal, de Galeana.

 

- El famoso César Bernal, pos qué pendejo soy, si usted tiene mucha más lana que yo.

 

Ni hablar, las apariencias engañan y los prejuicios nos pierden.

 


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