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Crónicas de la Nada

Tiempo perdido

Tiempo perdido

Un martes a las diez de la noche hacía el plan del otro día.

El miércoles a la misma hora, sentado en la misma silla, me preguntaba dónde había quedado el día.

Los pendientes seguían pendientes, y el reloj había dado 24 vueltas al minutero sin que hubiera terminado todo lo que había por hacer.

Me preguntaba por qué el tiempo se va tan de prisa que no da tiempo ni de almacenar los recuerdos. Un día completo consumido en la vorágine de ir y venir, de hacer lo que otros necesitan, de trabajar para que otro se enriquezca y de construir, ladrillo a ladrillo, mi propio infarto.

Una ojeada alrededor me hizo ver cuántas cosas se están perdiendo. Para todo falta tiempo.

La visita prometida a alguien, el café de la tarde, el proyecto inconcluso, la película que se empolva esperando que la vea. El libro que guarda celosamente sus letras, cansado de tanto tiempo de estar en el librero.

Había más, pero no terminaríamos de enumerarlo.

El tiempo corre, y es mejor aprovecharlo.

 

Marzo 5 de 2009

 

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