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Crónicas de la Nada

La lluvia

La lluvia

A través de la ventana, la lluvia traviesa moja todo lo que halla en su caída.

Nada se salva. Los adoquines de la calle van tomando un color oscuro, y lo terroso desaparece. Los árboles agitan las hojas, cansados por las gotas que se posan en ellas. Las tejas de un tejado cercano brillan, rojas como rubor de quinceañera.

Es el milagro de la lluvia, preámbulo de lo que vendrá, cuando llegue la primavera. Hoy abona la tierra, cual sembrador puntual, con su agua.

Mañana todo florecerá gracias a ella. La vida, que en el invierno se esconde, asomará tan pronto el sol cambie su manera de mirar la tierra.

Entonces nadie recordará la lluvia. La verán como algo lejano, como el pariente que vive en otro país y de cuando en cuando aparece.

Pocos comprenderán que el milagro de las flores y la lozanía de los árboles se debe a ese visitante invernal que tanto nos molestó en su momento.

La lluvia vuelve gris el ambiente para quienes no saben ver. Los poetas, los locos y los niños, que viene siendo casi lo mismo, ven otra cosa. Ven diversión, belleza realzada en las cosas que componen el mundo.

Trae nostalgia, y también es bueno. Porque fecunda la imaginación y la inspiración de los poetas, para desgranarlo en versos que trascenderán todos los tiempos.

Por ahora, sólo inspiró esta crónica de la Nada.

 

Febrero 16 de 2009

1 comentario

emily -

La lluvia: esperada, deseada, necesitada... aunque de tanto, se vuelve fastidiosa, pero, INSPIRA.